"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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24-12-2010 |
CIEN AÑOS DE INSTITUCIONALIDAD
- I -
El caso de los cumpleaños cambiados
“1. La posesión del poder político de la clase trabajadora . 2. La transformación de la propiedad privada individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social ”. Programa de la Asociación de Obreros y Albañiles de Mutuo Mejoramiento, 1895.
"Para conseguir la reducción de las fuerzas militares o evitar, al menos, que su mantenimiento desangre a los trabajadores, éstos deben constituirse en legión organizada como partido de clase a ejercer sus derechos políticos y a forjar con el calor de sus anhelos de justicia el arma de la ley, en defensa de sus intereses, concientes y orgullosos de la misión histórica que al proletariado de todos los países corresponde llevar a cabo". Manifiesto Socialista. El Centro Carlos Marx al Pueblo. 1905
"Incorporar al programa mínimo del partido la jornada de 7 horas para los hombres, de 6 para las mujeres y jóvenes de 16 a 18 años y de 4 horas para los menores de 14 a 16; prohibición de las apuestas y juegos de azar y prohibición de la fabricación y venta de bebidas alcohólicas". Congreso del PS, 1917
¡Los viejos tiempos!
Hoy queremos comenzar a escribir sobre las raíces históricas de la izquierda uruguaya. Queremos interrogar al pasado para tratar de comprender este presente. Podemos llevarnos alguna sorpresa.
Lo primero que nos surge, es que “radicales” y “moderados” han existido siempre, y las polémicas son más o menos parecidas a lo largo del tiempo. La izquierda política uruguaya surge muy vinculada a las luchas obreras, y tiene desde el principio un fuerte interés en actividades culturales. Nada de esto es diferente de lo que pasa simultáneamente en otros países del continente. Hacia la última década del Siglo XIX hay varios grupos, y comienza un trabajo orgánico en común. Hay un peso muy fuerte de las ideas de Marx, aunque no en exclusiva. Hay corrientes “anarquistas” y “marxistas”, aunque la clasificación es confusa y (en nuestra opinión) hay veces que agrega confusión, oscurece en vez de aclarar. Pero hay un entrevero temprano que conviene señalar: la nefasta idea de que dentro de los socialistas puede caber algún liberal masón, caso de uno de los iniciadores que se mencionan, un tal Adolfo Vázquez Gómez. La lucha de clases despejaría las cosas y separaría el agua del aceite… por un tiempo.
Vemos que las ideas de aquellos tiempos eran más claras que las de ahora. Si prestamos más atención a los nombres y etiquetas que a las realidades, podríamos esperar por la aparición del nombre “Partido Socialista” como la gran novedad. Pero Si tuviésemos que señalar una fecha en que todo ese proceso adquiere la madurez suficiente como para hablar de formación de un partido político como tal y con carácter de continuidad orgánica, deberíamos señalar la formación del Centro Obrero Socialista en 1904 . Un año después cambia su nombre por Centro Carlos Marx. Eso es importante para señalar la tendencia de su evolución, pero nada más.
Pero en 1910, una alianza electoral –una especie de “mini Frente Amplio- con un efímero “Partido Liberal” permite a los socialistas (que adoptan la denominación “Partido” para ese evento) entrar al parlamento con el primer diputado socialista, Emilio Frugoni.
Entonces, NO el día en que se organizan los obreros, NO el día en que definen su programa anticapitalista, NO el día en que logran por fin una herramienta organizativa madura y con continuidad, sino el día en que llegan al parlamento será el día recordado como “fundación”. Esto nos muestra como la izquierda uruguaya se ve a sí misma. Lo primero, lo principal, lo determinante, es el lugar institucional.
La historia es un relato de lo que pasó ayer, que se organiza en función de lo que pasa hoy y lo que se quiere que pase mañana . Lo decía George Orwells. “ Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. La historia política es política. La falsificación histórica tiene un significado.
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En 1921 el Partido Socialista tuvo un congreso crucial. En él se puso en consideración la adhesión a la recién creada Internacional Comunista. La Revolución de Octubre alentaba una esperanza revolucionaria en todo el mundo.
El congreso de divide en dos sectores. La votación final resuelve el ingreso a la Internacional por 1007 votos contra 110 . En cualquier idioma esto se dice POR PALIZA. Conviene retener este hecho y lo que siguió después, cuando hoy tanto se habla de “democracia partidaria”, y “disciplina partidaria”.
La discusión principal se centra en la aceptación o no de las “21 condiciones” que ponía la Internacional para el ingreso de los partidos. Una de esa condición, en la que centra la discordia, es si se debe cambiar o no el nombre del Partido. Y acto seguido los socialistas uruguayos cambiaron de nombre, se pasaron a llamar “Partido Comunista”.
Prometemos enviar una siguiente nota aparte sobre el tema de los bolcheviques. Desarrollaremos allí el planteo (que no es originalmente nuestro) de que esas 21 condiciones para ingresar a la Internacional Comunista estaban equivocadas en muchos aspectos, que tuvieron consecuencias nefastas para el curso de la historia inmediatamente posterior, que reflejaban además una visión eurocéntrica por parte de los bolcheviques, que América Latina fue uno de los escenarios en que esa orientación equivocada tuvo consecuencias más negativas, y que el cambio forzoso de los nombres de los partidos fue una de las condiciones más equivocadas y de consecuencias políticas más negativas. Por otra parte, esa condición ni siquiera se cumplió. Siempre hubo en la Internacional Comunista partidos que no se llamaban “Partido Comunista”.
En esta nota nos ocuparemos de los errores de los uruguayos. Pero hay una razón para mencionar esto previamente. Si vamos a criticar a aquellos revolucionarios uruguayos del 20 por un error, tengamos presente primero que revolucionarios mucho más grandes que ellos, a quién nosotros admiramos y respetamos, fueron los que comenzaron el error. La crítica de los errores es sin menoscabo de nadie.
La minoría que perdió el congreso, capitaneada por Emilio Frugoni, no se OPONÍA al ingreso a la Internacional Comunista ni a la aceptación de las 21 condiciones. Estaban alineados con la “Internacional 2 ½” en Europa, una pequeña organización intermedia entre la Internacional socialdemócrata y la nueva Comunista. Pero aceptaban en ingreso a la Internacional Comunista con la condición de esperar un poco el desarrollo de los acontecimientos. Aceptaban con reparos las “21 condiciones”.
Sin duda dentro de los 110 que perdieron había socialdemócratas de derecha para quienes el planteo “bueno” y conciliador de la “2 ½” era solo una maniobra oportunista para ganar tiempo. Pero sin duda también habría allí gente bien intencionada con vacilaciones sinceras. Un mínimo de flexibilidad táctica podría haber fragmentado incluso a esa minoría, arrastrando hacia la mayoría a los mejores elementos y reduciendo a la derecha casi a la nada. Pero lo más importante es que si se hubiese conservado en nombre “Partido Socialista”, esa derecha socialdemócrata no hubiese tenido ningún espacio político inmediato para su reconstrucción. Tenían que irse del partido sin nada. El dogmatismo de la mayoría les hizo un regalo que se apuraron a aprovechar.
Quebremos una lanza por aquellos socialdemócratas reformistas. Luego de dejar el partido Frugoni renuncia a su banca de diputado, volverá al parlamento años más tarde. Ellos creían que debían ser “picana de la burguesía”, impulsar el progreso dentro del desarrollo capitalista del país. Creían sinceramente que eso era posible (y en aquel tiempo ese error era más comprensible que ahora), y fueron “progresistas” (en el sentido burgués) en serio. Impulsaron entre otras cosas la idea de la supresión de las fuerzas armadas . A su modo, estuvieron del lado de los trabajadores y de las huelgas obreras. NUNCA del lado de la represión, nunca del lado de los explotadores. Nunca del lado de las privatizaciones. Frugoni era abogado y defendía a los obreros, nunca defendió a ningún banquero estafador y por eso nunca tuvo que olvidarse de avisar que lo hacía. Recomendamos especialmente leer su libro “La mujer ante el derecho ”, veremos que HACE 70 AÑOS Frugoni estaba en contra de la penalización del aborto y denunciaba las consecuencias nefastas de esa metodología represiva.
Aquellos socialdemócratas reformistas tenían metido en la cabeza el esquema institucional. Los cambios solamente podían impulsarse dentro del marco de la democracia burguesa, y debían ser cambios evolutivos y graduales, comenzando por la mejora dentro de las condiciones de explotación capitalista de la clase trabajadora. Pero dentro de esos límites precisos del “socialismo” bersteniano, estaban CON los trabajadores. E incluso en sus ilusiones reformistas ERAN HONESTOS, nunca pretendieron ser lo que no eran. Entre otras cosas, recordamos que cuando se jubiló Frugoni renunció a la jubilación de privilegio para los legisladores por el escandaloso artículo 383.
Pero hoy queríamos ocuparnos de los que ganaron ese congreso, mil a cien, y le cambiaron el nombre al partido. Fue un error político coyuntural, pero más que eso, fue un error político conceptual y genérico. Los partidos socialdemócratas europeos habían traicionado abiertamente la causa obrera, habían llegado al gobierno en varios países y reprimido en forma sangrienta la rebelión obrera, y gobernado a favor del capital y de la política de guerra imperialista. Separarse de ellos era imprescindible. Por otra parte, salvo en Rusia y circunstancialmente en algún otro país, las corrientes reformistas eran PREDOMINANTES dentro de la clase obrera, los revolucionarios estaban en minoría. No ganaban los congresos de los paridos socialistas, y mucho menos en proporción de 10 a 1, eso no pasó ni en Rusia.
En nuestro continente las cosas eran muy distintas. Los partidos socialistas eran partidos obreros recién creados, en sociedades que recién empezaban su desarrollo político moderno. Ningún partido socialista había cometido traiciones contra la clase obrera, ninguno había llegado al gobierno, apenas habían conseguido en algún caso una banca en el parlamento… y la estaban usando relativamente bien.
En todos esos partidos socialistas había luchas de tendencias. Pero generalmente la lucha se inclinaba a favor de las corrientes revolucionarias, y los partidos iban madurando lenta pero firmemente, Ningún revolucionario sensato puede acusar a su partido de reformista o pro-burgués, si los revolucionarios en su seno son más del 90%. Lo que correspondía hacer era aprovechar al máximo esa ventaja excepcional haciendo caudal de la tradición de partidos obreros independientes y avanzar paso a paso con la clase trabajadora. Y si algún prestigioso revolucionario de otras tierras, algún Lenin o Trotsky, les venía con posiciones erradas, decirle respetuosamente que estaban equivocados como hicieron algunos (cono el hindú M.N. Roy que representó en el II Congreso de la IC al partido mexicano ¡!! Y defendió posturas más correctas que las de Lenin, quien terminó dándole la razón). No todos los pro-bolcheviques eran imitadores serviles.
Lo que más importa, sin embargo, no es eso sino lo que pasó después. ¿Por qué el Partido Comunista, que es el heredero legítimo del partido obrero fundado hace más de cien años, que tiene la legitimad que le da una votación de mil a cien, no reivindica su origen y en cambio fecha su fundación hace solamente 79 años? ¿Qué es lo más importante? ¿Ser el partido de la clase trabajadora uruguaya, o ser la sucursal del Partido Comunista de la Unión Soviética?
Recordemos que son los hombres los que hacen la historia, pero la hacen dentro de determinadas condiciones dadas. Algunas de esas condiciones las pueden modificar, otras no. Pero LAS IDEAS que tienen sobre su propia historia, son precisamente las cosas que –suponemos- se pueden modificar. Si los hombres hacen la historia con una idea tan falsa sobre su propia historia, y si la historia es una herramienta para hacer la historia, no nos asombra que la historia haya salido tan mal. Si un partido olvida su propio nacimiento y reivindica una falsa identidad para poder transpolar una idea falsa venida de otro lado, si EXACTAMENTE AL REVÉS de lo que quería Mariátegui, “un socialismo que no sea ni calco ni copia”, se piensa exclusivamente en términos de CALCO Y COPIA, ¿qué otra cosa se podía haber esperado?
Hoy la casa matriz ya no existe. ¿Cuál es el mito fundante que puede sostener la sucursal? Supuestamente, el mito del “partido de la clase obrera”. Pero entonces debería revisar su propio mito fundacional tal como lo fue hasta ahora. Si quisiese reivindicar la intransigencia de adherir a las “21 condiciones”, hoy… ¡deberían irse del Frente Amplio! ¡Porque precisamente el Frente Amplio es eso que rechazaban los bolcheviques en aquel momento! Los 80 años no pasaron en vano, y aquellos partidos socialistas de nuestro continente que ENTONCES no tenían traiciones a la clase obrera en su práctica, HOY SÍ LAS TIENEN!!! En vez de reivindicar ritualmente las 21 condiciones que en aquel tiempo eran equivocadas, deberían aplicarlas hoy, CUANDO SÍ TIENEN SENTIDO.
Se equivocan dos veces.
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